miércoles, 2 de agosto de 2017

agosto 02, 2017
Fernando Luis Egaña

En un reciente reportaje sobre Venezuela, publicado en una revista “progre” y neoyorquina, se utilizan las dos palabras que sirven de título a estas líneas para identificar la realidad venezolana: abyecta pesadilla. Es difícil encontrar unas palabras más apropiadas.
El país sobrevive en una opresión angustiosa y envilecida hasta el extremo. Maduro y los suyos han llevado a la heredada hegemonía a unos niveles de barbarie y desprecio humano, sin referentes en la América Latina del presente, salvo el caso de Cuba, modelo preferido de los jerarcas del poder en nuestro vapuleado país.
Un país sin alimentos básicos, sin medicinas básicas, sin los productos indispensables para una vida digna en lo personal, familiar y colectivo. Un país con una economía destruida y depredada por la masiva e impune corrupción de la boli-plutocracia.
Un país sin instituciones públicas, sino con un tinglado de logias, carteles y mafias que se reparten los recursos del petróleo como un botín de bucaneros, y en nombre de una retórica demagógica, que alega favorecer al pueblo, y lo que hace es sumirlo en una crisis humanitaria, que ya entra en el terreno de la catástrofe humanitaria.
Y mientras tanto, Maduro y los suyos, espoleados por Raúl Castro, buscan imponerse por la fuerza de una represión brutal y del aprovechamiento de todo el instrumental del poder para intimidar, perseguir, encarcelar, exiliar, y en suma, suprimir las expresiones manifiestas de crítica y rechazo.
Lo que no han conseguido, no tanto porque tengan enfrente a una conducción opositora que le ronquen los motores –lo cual no es la realidad, sino porque la desesperación social ha generado una rebeldía decidida y dispuesta a luchar por los cambios efectivos que se reclaman y necesitan. El primero de ellos, que Maduro salga del poder y se pueda abrir una etapa de transición hacia la paulatina reconstrucción de la república, la democracia, el estado, la economía y la convivencia nacional. ¡Casi nada!
Ya es hora que todos a una como Fuenteovejuna, llamemos las cosas por su nombre, y planteamos claramente que la tragedia venezolana no se aliviará en la medida que Maduro y los suyos sigan haciendo y deshaciendo desde el control despótico del poder.
Y que nadie se confunda, con la malhadada “constituyente de Maduro”, la abyecta pesadilla se hará más pesadilla y más abyecta.

flegana@gmail.com