Por Rafael Marrón González @RafaelMarronG /
Después de la reflexión suele llegar la calma que permite pensar. Por mi parte como la “opinión de las mayorías” me tiene sin cuidado por históricamente desacertada – Chávez es símbolo de esa certeza – y no creo en la eficiencia de las oraciones ni en invasiones extraterrestres ni en la furia reivindicadora de Trump, que puede hacer algunas extracciones, no lo dudo, ni en golpes de estado de torpes pinocheticos mediáticos, y carezco, como los abstencionistas, de las divisiones militares necesarias para desalojarlos a plomo limpio...
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La historia no miente cuando la escriben los investigadores, recordemos que una de las acciones tomadas por los que acusaron a la oposición de haber cometido “errores” en el proceso revocatorio del 15 de Agosto de 2004, fue no votar en las elecciones de gobernadores y alcaldes para castigar a la Coordinadora Democrática entregándole a Chávez 20 gobernaciones y el 90 por ciento de las alcaldías y después la Asamblea Nacional en pleno. ¡Tronco de venganza! ¡Chávez quedó temblando! Sin embargo la incultura política con facultad de opinar, es incapaz de reconocer este auténtico error: la abstención solo favorece al gobierno. La opinión pública circunscrita ahora a las redes sociales, donde también gustosamente participo, porque debajo de la frívola hojarasca bullanguera hay excelentes destellos de lucidez, acusa ahora a la Mesa de la Unidad Democrática de cuanta infamia se les ocurra y los epítetos van de cobarde o colaboracionista a traidor con una facilidad que acongoja, ventolera que agita las apetencias oportunistas ávidas de aplausos inconscientes. Y no se trata de una defensa a ultranza de la MUD, sino que esta es una organización de partidos políticos, con visiones diferentes, que apoyo aunque no coincida con mi pensamiento liberal, que ya tendrá su momento en otro escenario, porque enfrenta con la política las armas del régimen, exponiendo vida y libertad, como lo hizo la Coordinadora democrática cuyos miembros fueron insultados de tal manera, por no conducir al pueblo a una masacre cantada, que lograron sacarlos del escenario político. Si vamos a repartir culpas por este desastre debemos, por elemental decencia, comenzar por el principio: la culpa la tiene quien votó por Chávez. Y punto. Hay que inventariar para la historia la cantidad de voces, y me incluyo y, por supuesto, a Correo del Caroní, que desde el propio 4F alertamos del inmenso peligro que representaba para la patria entregarle el poder a un destartalado inescrupuloso como ese, aunque lo vendieran como la salvación eterna de Venezuela próceres como Luis Miquilena y Jorge Olavarría, por ejemplo, entre tantos “intelectuales” oportunistas, por-que murieron en olor a santidad democrática sin pagar el precio de su cretinada. En lo particular el tufo a gorila inculto, capaz de cualquier destrozo moral y físico, me dejó ronco de tanto gritarlo, desde el mismo 4F y a diario y sin vacaciones, atrayendo el odio miserable de la vileza empoderada. Dieciocho años después casi no queda chavista… ni país. Los más agresivos contra Maduro & Cia suelen ser los que se espantaron de su responsabilidad. Así que hay que dejar de seguir buscando culpables exógenos, tampoco fue Caldera, este señor nunca votó por Chávez.
Soy demócrata, no golpistaSi hay elecciones, voto. Y punto. Aunque consciente del riesgo de la perversión corrupta del chavismo de la godarria, porque son tramposos, indignos y de mala índole, además de creerse, como Gómez, dueños de la “Finca Venezuela” con todo y peonada, pero existen evidencias suficientes de la posibilidad de superar sus trampas, como las importantes alcaldías y gobernaciones que hemos ganado o el referendo que era de vida o muerte para Chávez, y pienso que debimos participar en esa elección para la Sustituyente, sobre todo si se carecía de la posibilidad de impedirla. Liderazgo en las bases tenemos suficientes como para haberles arrebatado tantas curules como para neutralizar sus efectos. Pero repetimos lo del 2005. Para complacer a las gradas. Porque, si hubiéramos participado, la coacción de Maduro & Cia. contra los empleados del sector público no hubiera funcionado, como no funcionará esta vez. Y es una verdad de Perogrullo que esta dictadura comunista corrompida, hará lo que le sea necesario para impedir la gobernabilidad de los opositores electos, como lo hizo contra la Asamblea Nacional, sin embargo esa no es la misión estratégica de estas elecciones, y así deben entenderlo tanto abstencionistas como candidatos de la oposición, este es un acto político, con mayúsculas, para enfrentar las groseras manifestaciones militaristas y leguleyas del régimen y demostrar la musculatura democrática de la mayoría del pueblo venezolano, que no quiere dictadura, y acudirá a cada convocatoria aunque se la tilde payasada o burla, como aseguran algunos abstencionistas prepotentes, porque el camino pacífico, que no pacifista, democrático y electoral es, frente al poder grosero de las armas, una acción aparentemente ingenua para quienes ignoran su inmensa potencialidad detonante, y, además, para obligarlo, al régimen concentrado ahora en la Asamblea Nacional del Poder popular, a continuar pisando el terreno movedizo de la ilegitimidad que le ha concitado el asco del mundo. Maduro & Cia es el ser más despreciado del planeta. Lo importante es comprender, además, que las elecciones con participación de la oposición se han convertido en un inmenso riesgo para el chavismo oficialista, que no participemos es su más ansiada esperanza.
Emociones en el congelador
Después de la reflexión suele llegar la calma que permite pensar. Por mi parte como la “opinión de las mayorías” me tiene sin cuidado por históricamente desacertada – Chávez es símbolo de esa certeza – y no creo en la eficiencia de las oraciones ni en invasiones extraterrestres ni en la furia reivindicadora de Trump, que puede hacer algunas extracciones, no lo dudo, ni en golpes de estado de torpes pinocheticos mediáticos, y carezco, como los abstencionistas, de las divisiones militares necesarias para desalojarlos a plomo limpio, solo me queda la forma de expresión política y constitucional consagrada en el voto, lo que ha sido la manifestación constante de la MUD, que no tiene nada que ver con la “resistencia”, como esta lo asegurara en las redes, que salió a incinerarse y se desactivó a motu proprio dándole la razón a Maduro & Cia. con la falacia de “la constituyente es la paz”. Y no voy a perder la oportunidad de votar contra el candidato de Maduro & Cia, como acudí a hacerlo en soledad aquel funesto 2005 del cual abjuran hasta sus más acérrimos promotores. Si logramos vencer espe-culaciones y aspiraciones inmediatistas inviables y acudimos masivamente a votar, con la claridad con la que se va al combate, propinaremos la más contundente de las derrotas a este consorcio infernal. En este punto reivindico el mensaje del joven diputado Miguel Pizarro: “somos una fuerza electoral, no un ejército de liberación”. Pero allá cada uno con su cadaunada.
Después de la reflexión suele llegar la calma que permite pensar. Por mi parte como la “opinión de las mayorías” me tiene sin cuidado por históricamente desacertada – Chávez es símbolo de esa certeza – y no creo en la eficiencia de las oraciones ni en invasiones extraterrestres ni en la furia reivindicadora de Trump, que puede hacer algunas extracciones, no lo dudo, ni en golpes de estado de torpes pinocheticos mediáticos, y carezco, como los abstencionistas, de las divisiones militares necesarias para desalojarlos a plomo limpio, solo me queda la forma de expresión política y constitucional consagrada en el voto, lo que ha sido la manifestación constante de la MUD, que no tiene nada que ver con la “resistencia”, como esta lo asegurara en las redes, que salió a incinerarse y se desactivó a motu proprio dándole la razón a Maduro & Cia. con la falacia de “la constituyente es la paz”. Y no voy a perder la oportunidad de votar contra el candidato de Maduro & Cia, como acudí a hacerlo en soledad aquel funesto 2005 del cual abjuran hasta sus más acérrimos promotores. Si logramos vencer espe-culaciones y aspiraciones inmediatistas inviables y acudimos masivamente a votar, con la claridad con la que se va al combate, propinaremos la más contundente de las derrotas a este consorcio infernal. En este punto reivindico el mensaje del joven diputado Miguel Pizarro: “somos una fuerza electoral, no un ejército de liberación”. Pero allá cada uno con su cadaunada.