jueves, 3 de agosto de 2017

agosto 03, 2017

Por Johnny E. Mogollón E./  

La Política es, por principio fundamental, el reino de la consensualidad, no se puede ver de otra manera, en este momento, quizá más que nunca, hace falta que el país vaya hacia ese norte, porque bien vista la cosa, el juego está trancado. En el ajedrez político nacional hay varias jugadas hechas —y otras por hacer—, que asegurarían que nos enfrasquemos en una partida interminable y eso, a quien más le conviene es a la dictadura ¿o no?

Así están las cosas
Hay en la calle un enorme y tozudo movimiento nacional que quiere cambiar el rumbo de la nación, cosa que no se ha logrado en los últimos meses de lucha y con más de 120 vidas humanas perdidas, amén incalculable cantidad de presos de conciencia, porque existe complicidad entre la cúpula roja y la Fuerza Armada que, a sangre y plomo, ha impedido que el pueblo eche a patadas, como debería ser, a la ignominiosa peste que los asola. Habría que esperar a que la “reserva moral” de la FAN, por fin se solidarice y voltee sus fusiles, pero todos sabemos que allí no hay santo por quien rogar así que todo esfuerzo por hacerlos entender sería perder el tiempo o, como decían los abuelos, gastar pólvora en zamuros.
La Asamblea Nacional y el Ministerio Público han sido anulados y sus competencias evacuadas hacia otros órganos afectos a la dictadura, ahora solo sirven para lo estrictamente formal en la denuncia de las atrocidades que cometen los espurios, y ello cobrará vital importancia en el futuro cuando corresponda juzgar a los responsables, pero en lo inmediato no sirven de mucho, es la verdad.
La Dictadura, ahora ahorcada por la comunidad internacional, quiere hacer elecciones regionales, sí, ahora sí, con el fin de lavar su maltrecha imagen y, por qué no, ganar algo de tiempo.

¿Por qué el juego está trancado?
Si bien es cierto que la comunidad internacional está cercando a Maduro y a todos sus secuaces y ello lo vemos como un triunfo, la verdad es que eso nos enreda el papagayo porque a menores posibilidades de salir indemnes, más se aferran al poder, y ello lo hacen a través de jugarretas, de la imposición y del abuso de poder.
La prostituyente, ese mamotreto que busca confeccionarle una constitución a la dictadura, es quizá una de las piezas más peligrosas del arsenal político de los rojos porque con ella podrán establecer lo que quieran, por muy contradictorio de los derechos fundamentales que sea, y lo impondrán como ellos saben hacerlo, con trampa, con chantaje o con sangre, tal como hicieron con la elección de los constituyentes, con un proceso viciado, fraudulento, que no pudo callar ni siquiera su socio de años en el negocio de torcer la voluntad del pueblo, Smartmatic.
Hace unas horas, el diputado Henry Ramos decía en un conocido programa de televisión que él no hacía caso a los “extremistas”, y eso es una grosería porque es desconocer la sangre y la memoria de los que han perdido la vida en las calles y el esfuerzo enorme de los que asisten a cuanto llamado hacen para protestar, porque hoy en día la inmensa mayoría de los venezolanos estamos desesperados, cansados de estos dieciocho años llevando vaina y no puede venir ningún malparido que no ha pasado trabajo en todo este tiempo a decirnos extremistas, porque pedirle tiempo al que tiene el estómago vacío es una extraordinaria estupidez, sabrá mucho de derecho el señor, pero poco de humanidad, pero bueno, el que tiene boca, se equivoca, dicen.
Pero en algo tiene razón Ramos Allup, la tercera pregunta del plebiscito decía lo siguiente: “¿Aprueba que se proceda a la renovación de los Poderes Públicos de acuerdo con lo establecido en la Constitución, así como la realización de elecciones y la conformación de un nuevo gobierno de unidad nacional?”, y la clave está en eso de la conformación de un nuevo gobierno de unidad nacional, y es que en eso el diputado aclara que para conformar gobierno hay que pasar por elecciones pero ¿Con un CNE tramposo, desprestigiado, indecente, es políticamente correcto acatar a un llamado a elecciones? Yo creo, amigo lector que eso es un serio inconveniente que bien podría solventarse a través de una negociación en la que la MUD acceda a participar en las elecciones a cambio de dos o tres rectores.
Por otro lado, la existencia de la espuria prostituyente, que actúa de hecho pero no de derecho y que, en el caso de que la MUD ganase más gobernaciones de lo “manejable” por la dictadura, podría borrarlas de un plumazo, pero eso sería echarle gasolina a las calles. Si vamos a las regionales podríamos darle tiempo y aire a la moribunda dictadura, pero si no participamos, como  en 2005, habríamos entregado un importantísimo espacio político que seguramente la prostituyente no tocará y, además, también habríamos perdido tiempo valioso pues al final la elección le daría legitimidad a un importante sector de la dictadura.

¿Qué hacer entonces?
NO ABANDONAR LA CALLE, NUNCA, JAMÁS, NI QUERIENDO, NI POR ERROR, y es allí donde entra el consenso, pues la verdad es que es posible jugar en dos tableros, la MUD que pudo armar un plebiscito en 15 días, también podría montar las primarias en tiempo récord, pero hace falta allí una estrategia clara: destinar al menor número de personas a las tareas políticas de campaña, que deberán ser concatenadas con la actividad de lucha, mientras la inmensa mayoría se dedica a conservar vivo el fuego de la calle cuyo objetivo seguirá siendo fracturar a la dictadura. No podemos perder los espacios de lucha pero tampoco los espacios políticos, y es allí donde la Mesa de la Unidad Democrática debe demostrar cuánto es lo que vale, si es que sabe, a la vez caminar y mascar chicle, y si no sirve los mandamos al carajo de una puñetera vez.