miércoles, 2 de agosto de 2017

agosto 02, 2017

Por Paciano Padrón

¡Venezuela!, gritamos de inmediato con emoción y fuerza, mientras no se deja esperar la siguiente pregunta: ¿Qué queremos? ¡Libertad!, respondemos todos. Estos gritos que comenzaron hace ya algunos años en la universidad venezolana, se han hecho común no solo en la geografía nacional, sino en el mundo entero, entre la diáspora más grande que jamás hayamos tenido. Más de dos millones de venezolanos, repartidos en el globo terráqueo, repite las preguntas cuyas respuestas pre-sabidas salen espontáneas y con voz esperanzada.
Hoy somos la inmensa mayoría de los hijos de esta tierra bendita, unos en Venezuela y otros afuera, quienes despertando nuevamente del letargo de una dictadura, de la peor que hemos padecido en nuestros dos siglos de vida republicana, ya hemos decidido vivir libres nuevamente, sin tener que calarnos más a un asesino, impostor, depredador y destructor de la patria.
Estamos en días decisivos y lo sabemos todos, lo saben ellos, los de la cúpula podrida que sienten el vértigo de la caída, y lo sentimos nosotros que sabemos que es ahora, que es en estas horas cruciales de la patria cuando nos estamos jugando el país que han destruido, que han desdibujado, haciéndolo ya casi irreconocible.
Hace ahora prácticamente dos décadas, 18 años y medio, comenzó esta aventura, bajo un llamado a revolución y cambio, a transformación, camino a la justicia y a la patria bonita. Solo fueron palabras, muy pronto nos dimos cuenta que no aparecía el anunciado rostro bonito, por el contrario, siempre había palabras para justificar el deterioro que ha sido sostenidamente creciente, hasta llegar a niveles impensados. Estamos en la ruina, somos un país hoy dividido, con unos niveles de pobreza que nos colocan a la cola del continente, detrás de Haití y Cuba. Aquí priva el hambre, la enfermedad, el desempleo y la delincuencia.
Venezuela hoy es un Estado forajido, donde los gobernantes y jueces son delincuentes, que administran y juzgan según sus propias normas y conveniencias, echando de lado la Constitución, hoy plenamente prostituida, pero no lo suficiente según sus deseos, ya que Maduro ha convocado a una constituyente comunal, que le permita borrar la Constitución del 99, para implantar el Estado comunal-comunista que perpetúe su régimen de terror.
Hace pocos días, el pasado domingo 16 de julio, siete millones 600 mil de los nuestros, de los venezolanos bien paridos y con sangre en las venas, salimos a pronunciarnos contra esa constituyente, a la que calificamos de inconstitucional e ilegítima, y dijimos SÍ la rechazamos, como dijimos también SÍ nos declaramos en rebeldía ante el régimen despótico y usurpador, y SÍ solicitamos a la Asamblea Nacional renovar los poderes públicos de conformidad a la Constitución, producir un gobierno de transición y abrir camino a elecciones generales que permitan la reconstrucción política, económica, social y moral de la República.
Esta dictadura de 18 años y medio es la más extensa de nuestra vida republicana, solo superada por los 27 años del gomecismo (1908-1935); pero el gomecismo solo aventaja al diosdado-madurismo en tiempo, porque este régimen ha sido mucho más destructor, cruel y represivo, la masacre ya no es un hecho esporádico o casual, es querido, buscado y sostenido. Contra el pueblo que ejerce su derecho a la protesta, es brutal la represión de la Guardia Nacional Bolivariana, la Policía Nacional Bolivariana y los colectivos, que son máscara del régimen para hacer ver como fuerza popular lo que no es otra cosa que el brazo armado del PSUV, que asesina, viola y roba impunemente hasta ahora y por ahora, ya que pronto habrá justicia y pagarán todos los responsables, comenzando por supuesto por Maduro, Diosdado, El Aissami, Padrino, Reverol y los otros que bien conocemos. No será una caza de brujas, reconstruiremos el país para todos y la justicia alcanzará a todos los responsables por igual, según su grado de criminalidad. Se acerca la hora. Que el glorioso Bravo Pueblo responda con bríos: ¿Quiénes somos? ¡Venezuela! ¿Qué queremos? Libertad.

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