Por Johnny E. Mogollón E. | @johnnymogollon /
Tantas veces han dicho “ahora sí va a reventar esto”, que –como en el cuento del pastor mentiroso–, ya no nos lo creemos, y es que de expectativas extremadamente altas e incluso infravaloración del problema, está plagada esta lucha por la reconquista de la democracia en nuestro país. Es momento de poner pies sobre tierra y replantear las cosas.
En política no existen las fórmulas perfectas ni los manuales, sin embargo, caminar a la suerte, sin un esquema de objetivos que permitan divisar claramente si se está avanzando o no, es una necedad imperdonable, más aún si aquel no es del dominio público porque entonces los triunfos, por grandes o pequeños que sean, pasan inadvertidos.
La lucha por la democracia ha tenido avances, sin embargo, se siente en el aire la pesadez de la derrota y ello tiene su origen en que no se ha sabido comunicar a la masa social cuáles son los objetivos específicos –esos pasos previos a la meta–, como si aquello fuese equivalente a develar la estrategia, dejando a la gente con la idea de que si participa en la consecución de alguno, a cambio y casi instantáneamente, habrían llegado al término de la situación que le impulsó a tomar parte en la contienda. Cierto es que hablar con esa franqueza no es nada rentable en popularidad, sin embargo, crear falsas expectativas es un dulce elixir cuyo efecto es el de una descomunal descarga de fuerza popular y cuyo único efecto adverso es el desprestigio, tal como le sucedió a Freddy Guevara luego de conducir las jornadas de protesta de este año.
Otro de los orígenes de la sensación generalizada de derrota es nada menos que el abandono total de los objetivos estratégicos previamente conquistados para alcanzar otros, no es que la lucha deba estancarse en los escenarios en los que ya se ha triunfado, pero si se conquista un territorio, aunque haya que avanzar, aquellos no se pueden dejar desprotegidos. Que la Asamblea Nacional haya sido vaciada de funciones por el régimen, lo comprendemos pues es una decisión unilateral del régimen, pero que hoy en día el parlamento no tenga quórum para una sesión porque ni siquiera se han incorporado los suplentes de los diputados que asumieron la contienda por las regionales es una total falta de respeto a quienes votamos para tener representación en el Palacio Federal Legislativo.
La campaña electoral está por comenzar, ya tenemos candidatos, muchos de ellos con legitimidad de origen por ser fruto de elecciones primarias, ojalá ellos y los que fueron escogidos por consenso asuman públicamente que ganar las elecciones no es ganar la guerra pero que sí es un objetivo que nos acercará a la meta, entonces eso nos elevará la moral y sentiremos y disfrutaremos la victoria en lugar de amanecer el 16 de octubre con una pena en el alma, a pesar del triunfo.
En política no existen las fórmulas perfectas ni los manuales, sin embargo, caminar a la suerte, sin un esquema de objetivos que permitan divisar claramente si se está avanzando o no, es una necedad imperdonable, más aún si aquel no es del dominio público porque entonces los triunfos, por grandes o pequeños que sean, pasan inadvertidos.
La lucha por la democracia ha tenido avances, sin embargo, se siente en el aire la pesadez de la derrota y ello tiene su origen en que no se ha sabido comunicar a la masa social cuáles son los objetivos específicos –esos pasos previos a la meta–, como si aquello fuese equivalente a develar la estrategia, dejando a la gente con la idea de que si participa en la consecución de alguno, a cambio y casi instantáneamente, habrían llegado al término de la situación que le impulsó a tomar parte en la contienda. Cierto es que hablar con esa franqueza no es nada rentable en popularidad, sin embargo, crear falsas expectativas es un dulce elixir cuyo efecto es el de una descomunal descarga de fuerza popular y cuyo único efecto adverso es el desprestigio, tal como le sucedió a Freddy Guevara luego de conducir las jornadas de protesta de este año.
Otro de los orígenes de la sensación generalizada de derrota es nada menos que el abandono total de los objetivos estratégicos previamente conquistados para alcanzar otros, no es que la lucha deba estancarse en los escenarios en los que ya se ha triunfado, pero si se conquista un territorio, aunque haya que avanzar, aquellos no se pueden dejar desprotegidos. Que la Asamblea Nacional haya sido vaciada de funciones por el régimen, lo comprendemos pues es una decisión unilateral del régimen, pero que hoy en día el parlamento no tenga quórum para una sesión porque ni siquiera se han incorporado los suplentes de los diputados que asumieron la contienda por las regionales es una total falta de respeto a quienes votamos para tener representación en el Palacio Federal Legislativo.
La campaña electoral está por comenzar, ya tenemos candidatos, muchos de ellos con legitimidad de origen por ser fruto de elecciones primarias, ojalá ellos y los que fueron escogidos por consenso asuman públicamente que ganar las elecciones no es ganar la guerra pero que sí es un objetivo que nos acercará a la meta, entonces eso nos elevará la moral y sentiremos y disfrutaremos la victoria en lugar de amanecer el 16 de octubre con una pena en el alma, a pesar del triunfo.