miércoles, 8 de mayo de 2019

mayo 08, 2019

Por Johnny E. Mogollón E. /

Pasó el 30 de abril y a los venezolanos nos quedó un mal sabor de boca, al final solo eso pasó, como pasan mil cosas más, no ocurrió —al final— el tan esperado cambio, la explosión, la hecatombe que quizá y muy subrepticiamente esperábamos. ¿Dónde quedaron las esperanzas de Venezuela?

Afuera los gallos cantan anunciando un amanecer que no vemos, todo, por lo menos virtualmente, sigue igual, salvo por la salida de Leopoldo López de su presidio, que ya es bastante. Todo esto tiene un tufo a error político, son circunstancias que no terminan de aclararse y que de algún modo enturbian la atmósfera política como si tuviésemos un velo de alquitrán en las pupilas.

No todo es tan malo como pinta, detrás de los evidentes errores tácticos del sacudón militar, como el de entregar la plaza establecida en la Base Aérea Francisco de Miranda en La Carlota, o el hecho comunicacional de hacer ver que López estaba al frente del alzamiento, poniéndole por delante de Juan Guaidó en todas las gráficas, un evidente signo de debilidad del segundo, también hay que decir que se hizo visible la fractura dentro de la Fuerza Armada, una fractura insalvable que tiene en jaque a Maduro quien ahora mismo no tiene ni la menor idea de quién es y quién no, leal a la causa.

Padrino López fue la sorpresa, señalado por todos de haber puesto un precio muy alto para voltear la situación, se convirtió, para ambos sectores de la política nacional, en el más despreciable símbolo de la traición.

Ahora sabemos que no hay paz para en el régimen y que cada día que pasa es para ellos un peligro latente pues ahí está, dentro de la Fuerza Armada, el germen de la conspiración, nadie confía en nadie más, una situación que recuerda al célere duelo del bueno el malo y el feo en la película homónima… ¿Quién va a disparar primero? Ya lo sabremos, amigos oyentes, ya lo sabremos.