domingo, 21 de mayo de 2017

mayo 21, 2017


Nuestros ojos se han acostumbrado a tanta oscuridad, que no somos capaces de ver la luz que está entrando a Venezuela por sus cuatro costados.
Vivimos tan desesperados y abrumados por la violencia desatada en las calles, que a veces nos embarga la angustia, y pensamos que no veremos el fin de esta pesadilla.
Pero cuando creíamos que todo estaba perdido, llegaron los más jóvenes para invitarnos a salir del letargo conformista en el que nos encerramos, sin imaginar lo cerca que estamos de ver brillar de nuevo el sol en Venezuela.
La oscuridad está de salida. Nos queda por delante el reto de trabajar sin descanso para salir de esta dictadura, para que nadie vuelva a ejercer la violencia con impunidad, para que nunca más se pueda lanzar una bomba lacrimógena a quien salga pacíficamente a protestar, y los niños crezcan con la tranquilidad de estar seguros en sus aulas y en las calles.
Estamos muy cerca de ese amanecer que tanto anhelamos. Y cuando ese día llegue, volveremos a abrazarnos como hermanos, para celebrar  juntos el fin de la represión que ha cegado la vida de esos valientes jóvenes que salieron a luchar por una Venezuela libre, que ya no verán.
Nuestro compromiso para con esos jóvenes mártires es hacer recaer todo el peso de la ley sobre los responsables de sus crímenes, pues no podemos permitir que sus muertes queden impunes.
Quienes hoy hacen un llamado a los represores para que se unan a nuestra lucha, deben tener claro que ese llamado no exonera a quienes hayan cometido crímenes de lesa humanidad. Así como tampoco es causa de exoneración para quienes hasta hace muy poco fueron fieles colaboradores del régimen, pues con su silencio cómplice ayudaron a la destrucción lenta y progresiva de nuestro País.
Ahora bien, ese pueblo que siguió a ciegas esta ideología criminal y que hoy manifiesta su arrepentimiento sincero, debemos acogerlos como hermanos, pues la reconciliación es una parte importante para transitar por el camino de la paz; además, ellos también han sido víctimas del empobrecimiento orquestado desde las altas jerarquías del poder.
A las puertas de este gran despertar,  muchos aún siguen dormidos, pero muy pronto saldrán de ese sueño profundo, cuando escuchen de repente el estruendoso grito de la libertad.
Despierta, Venezuela, que ya está amaneciendo.



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