Por Paciano Padrón
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En este ya largo,
larguísimo tránsito que casi cumple 20 años, hemos tenido, como es lógico en
los procesos sociales y políticos, tiempos de fuerza, esperanza y disposición
al logro, así como períodos de frustración y desaliento, que son los que
aprovecha el régimen para avanzar y afianzarse. Su objetivo será siempre matar
la esperanza, que equivale a no tener oposición y actuar como le venga en gana.
El paquetazo del pasado viernes 17, el madurazo, fue el puntillazo con el cual
pretendió el régimen acabar cualquier vestigio de democracia, de empresa
privada e iniciativa ciudadana. Afortunadamente, el paquetazo hizo reaccionar
al pueblo. Con satisfacción vemos renacer la esperanza, no estamos muertos, hay ganas de salvar a
Venezuela y disposición de impedir que los delincuentes que han asaltado el
poder, cesen en el atraco.
Hemos escuchado
decir, “lo malo que está, es lo bueno que está”, dando a entender que la
situación tan tremendamente mala, tiene de bueno que puede desencadenar la esperada
y noble reacción, la lucha sostenida y bien orientada, bajo signos de unidad
nacional, que nos reencuentre en el propósito de ponerle fin a la dictadura.
Lo hemos dicho y
bien vale la pena puntualizarlo nuevamente. Para ponerle punto final a la
pesadilla es necesaria la protesta popular, la lucha de la gente en todos los
terrenos, con unidad de criterio y acción, y con una sola voz de mando. Pero
hay más, para sacar a los invasores, a quienes han tomado a Venezuela como
tierra propia con oficiales y soldados de otros países ejerciendo hoy poder en
nuestro territorio, Cuba, Irán, Rusia y Bielorrusia, el narcotráfico
internacional, la guerrilla colombiana y el terrorismo, requerimos de la ayuda humanitaria
de países hermanos. Pueblo en combate y ayuda internacional llevarán a la
cárcel a quienes nos han hambreado y ya han empujado a la diáspora a más de
tres millones de los nuestros.
El madurazo es un
cúmulo de medidas alocadas, incoherentes y contradictorias, que no tienen
parangón en nuestra historia política. Todo es una locura, un despropósito
indescriptible, que podría llevar la inflación anual a 10 millones por ciento.
El aumento salarial de algo más de cinco millones a 180 millones de bolívares
fuertes, es algo que tiene un solo propósito, que el Estado le ponga las manos
a las empresas, es una estatización que el paquetazo no disimula, cuando el
régimen ofrece a las empresas subsidiarlas por 90 días en el pago salarial que
ellas no puedan hacer. ¿Y qué viene después, si no es la expropiación?
Maduro admitió que
un dólar equivale a seis millones de bolívares fuertes, que es exactamente el
valor de cambio que Dólar Today y otros medidores del valor del bolívar habían
establecido, mientras el gobierno decía que eso era mentira, que era distorsión
informativa de la guerra económica. El paquetazo establece el salario mínimo en
el equivalente a 30 dólares mensuales, es decir, un dólar por día. Recuérdese
que Naciones Unidas define a una sociedad en pobreza extrema, cuando sus
ciudadanos ganan un dólar por día o menos.
El paquetazo ancla
el bolívar soberano en el Petro, que es una moneda de fantasía, inexistente en
el mercado real, pero que hace muy poco soberano al bolívar soberano, ya que el
Petro fluctúa, es decir sube y baja sin soberanía en proporción al valor del
petróleo, que como se sabe es un bien fluctuante. Ya van ocho ceros menos en la
moneda y el hambre no cesa.
Lo ya dicho, lo
mejor de esta tragedia llamada madurazo es la reacción del pueblo, es la
indignación de la gente, su voluntad de pararse y manifestar, a expresar de
distintas maneras su disposición a no seguir calándosela, a ponerle punto final
al asalto del que hemos sido víctimas. Retomemos la democracia, reganemos la
libertad. E-Mail: pacianopadron@gmail.com. Twitter: @padronpaciano.
Abogado UCV, Doctor en Derecho (La Sorbona, París)
Profesor universitario, autor del “Manual del Orador”