viernes, 10 de abril de 2020

abril 10, 2020



Por Johnny E. Mogollón E. /

Este —nuestro país de los absurdos— está desde hace semanas en una cuarentena que le cayó de perlas a la dictadura dados los múltiples problemas orgánicos que esta misma ha generado con el paso del tiempo, y que no está dispuesta a solventar tomando en cuenta lo enormemente lucrativos que le resultan, incluyendo la segregación social que les ha permitido tomarse el país a sus anchas mientras la ciudadanía se mantiene presa en sus propias casas.

La verdad debe ser dicha y, más allá de la sana preocupación por los riesgos de contagio del Covid-19, la gente no tiene la más mínima capacidad de respuesta económica ante la segregación obligatoria, amén de que comienzan a escasear los productos de primera necesidad hasta en las urbes más grandes del país. ¿En los pueblos de Venezuela donde ya reinaba el hambre cómo están? ¿Hay quienes se preocupen por esos millones de venezolanos?

De acuerdo a la última versión de la encuesta de condiciones de vida (ENCOVI), elaborada por la UCV, UCAB y USB, el 89% de las familias pobres no tiene suficientes ingresos para comprar alimentos, por lo que se encuentran en alto riesgo de hambruna, eso fue en 2017 y sabemos que ese número ha crecido exponencialmente en los últimos 3 años. ¿Quédate en casa?

En las redes hay gente tildando de irresponsables a los que salen a la calle, es fácil acusar cuando no se está pasando por la penuria, no es cierto que no tomen en serio la amenaza del coronavirus, es solo que los pobres tienen solo dos opciones: salen y corren el riesgo de contagiarse en la calle o con seguridad mueren de hambre en sus casas. Para los pobres el confinamiento es una sentencia de muerte y ante ello el riesgo del Covid-19 es la opción con menos probabilidad de muerte.

La culpa, al final de todo es de la gobierno comunista chino que hizo del virus un arma y de la dictadura comunista venecubana que empobreció a los venezolanos al punto de no tener la capacidad de resolver su supervivencia más que un día a la vez, si es que tienen suerte.

“Que vayan a joder para otro lado”, escribió en un chat de jefes de comunidad el alcalde de Carrizal, en el estado Miranda, luego de ordenar “redireccionar los beneficios (CLAP) hacia otras comunidades” como castigo a las familias de los sectores La Carbonera y Potrerito 1, que la mañana de ayer, desesperados por la escasez de agua, gas y alimentos, cerraron calles desafiando la cuarentena. Así actúa la dictadura roja, abusando del poder, afincándose en la necesidad de los ciudadanos, hincándoles los dientes en la herida del hambre, pero ello no va a frenar que otras comunidades en todo el país sigan rompiendo la segregación una y otra vez.